Fama

Del film de Alan Parker, Fame, de 1980 y con Irene Cara y serie posterior, nos queda la era pre reality show, en donde era posible construir la música o el baile o la actuación en un trabajo de selección y de dureza.

Pero aquí estamos en un nuevo siglo, hecho de la fama efímera y en la que la construcción ya no importa, si antes la fugacidad del sueño era lo presente, ahora lo efímero se funde con lo banal: concursos que hasta el hartazgo premian confusamente la expresión voluntariosa o la voluntad del escándalo para surgir y permanecer.

Lo central en Fama es la oportunidad, la oportunidad adolescente, el punto en el que se cree porque no se ve más allá y esa creencia va a desaparecer en el ámbito del trabajo. Esto va a afectar a toda relación y vida futura. Pero si el ámbito del trabajo es crucial en su proceso de selección, la expulsión en el ámbito docente hace que prime el darwinismo en las artes escénicas.

La pregunta es: servir o no servir, cúal es el límite y adónde va a llevarnos el futuro, nos deja con cierta melancolía por lo perdido y por el fracaso.

La fama cuesta.

Algo que bien saben los participantes de los reality artísticos reciclados en su gran mayoría en otros programas como comparsas del carnaval de las desgracias, porque a los medios sólo les sirve la fama, no la creación, y la fama en la era del reality es ajena al esfuerzo y el trabajo.

Roberto Camarra

Fama:

Dirigida por Kevin Tancharoen

Con kay Panabaker, Walter Pérez, Naturi Naughton y Asher Book.

Producida por

Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), United Artists, Lakeshore Entertainment