El clima del film me recordó a las fotografías de Gregory Crewdson, por la onírico y lo opresivo de las construcciones visuales y también, a lo que representa la monstruosidad y la alienación en una país, en el que la meca de los sueños tiene el porcentaje más alto de homeless.
Sin caridad posible, sin importar, los restos y los despojos de la sociedad de consumo se amontonan, como si fueran hombres invisibles, tanto más fantasmales porque son promiscuos y molestos.
Algo también que nos cuenta acerca de la locura, personal y social, y sobre la música, esa música, la que nos permite, por un instante, suspender la miseria.
Robert Downey Jr, sigue siendo el mejor de su generación y el único que verdaderamente camina por el filo.
El Solista de Joe Wright, (USA-UK)
Roberto Camarra
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