En un pueblo parecido a los suburbios americanos, se da por muerta a una chica que desapareció hace tiempo. Hacen un sepelio sin cadáver y la lloran todos sus amigos. Pero al poco tiempo, tres amigos encuentran su cadáver con y sin vida, definitivamente no está muerta, pero no tiene reacciones parecidas a las de los humanos. La dejan en una bañera, la lavan, la visten, la alimentan con licuados y hasta prueban darle ratas vivas. No responde a nada, ella no está viva, pero no puede morir por alguna razón que la película no devela, puede ser el amor de su novio, el de sus amigos, lo que sea, ella no puede morir. Quizas alguien no quiere dejar que se muera. Y de eso trata la segunda película de los hermanos Deagol. Para quienes piensen que esta no es más que una mezacla de película de adolescentes y de zombies, la película se resignifica completamente en el final, cuando en realidad nos damos cuenta que nadie quiere ir a un lugar tan oscuro com la muerte solo. Bellísimo final.
Destacable fotografía a cargo de David Bousquet y música (quizás en exceso) de The Non-Commissioned Officers, The Glib, Leah High, Tristen, Amanda Crawford, The Ostrich Boys, and Vicki Mead.
Lucía Luna
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