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14 may 2019

"Gallo" de Nacho de Santis, en Espacio Callejón




ÚLTIMOS VIERNES DE MAYO 20 HS. 
EN JUNIO Y JULIO DOMINGOS 12 HS.

GALLO 
Una obra de Nacho De Santis

 El horizonte no es más que una línea recta, hasta que echamos a andar.

 A fines de los 80´, en un pueblo del interior del país, existe un barrio alejado, en él, sobre la última manzana, una casa humilde en donde viven Julián, su madre Ana y su abuelo Claudio. Frente a ellos se abre el campo como el mismo infinito, no hay límites para la vista, sólo un gallinero marca los bordes de donde es imposible escapar. Esa mañana el amanecer es diferente, el gallo no canta, desaparece y deciden hacer guardia hasta esperar al ladrón, los cazadores están sueltos, mientras la amenaza en el pueblo es inminente. Julián y Marcos, su amigo de enfrente, recién llegado de la ciudad, quien le trae un mundo nuevo, adolecen ante la mirada de quienes creen que el amor es “la peste”.

Actores: Adriana Ferrer (Ana) , Luis Gutmann (Claudio), Valentino Grizutti (Julián) y Juan Cottet (Marcos)

Música: Matias Niebur - Nicolas Bari
Escenografía: Gonzalo Córdoba Estévez
Diseño de luces: Ricardo Sica
Vestuario: Marisol Castañeda
Fotos: Sol Schiller
Diseño gráfico: Sergio Calvo
Asistencia coreográfica: Pablo Errante
Maquillaje: Elisa Bressán
Supervisión dramatúrgica: Javier Daulte
Prensa y difusión: Carolina Alfonso
Asistencia de dirección: Luciana Becerra
Producción: Lucho Valenzuela
Dramaturgia y dirección: Nacho De Santis


Funciones: viernes 20 hs. hasta fines de mayo
Junio y julio: domingos 12 hs. 
Duración: 75 minutos.

Espacio Callejón
Humahuaca 3759, 4862-1167
Reservas y compra de entradas: www.alternativateatral.com
Valor de la entrada: $ 330 y $ 290 (descuentos a estudiantes y jubilados).
Venta anticipada con descuentos

ALGUNAS REPERCUSIONES DE PRENSA:

El tabú del amor según Nacho de Santis
Gallo, de Nacho de Santis, es un espectáculo hermoso y de singular poesía. Quizá su mayor mérito sea la ausencia de pretensiones; muy por el contrario, el montaje, rico y preciso, deja que la metáfora emerja sin forzamientos. Lo que en un primer momento nos resulta descriptivo empieza a remontar un vuelo imprevisto, en todos los sentidos. A Claudio, un hombre ya mayor, se le perdió su gallo. No sabemos si se escapó o lo robaron. Su hija Ana intenta darle sensatez a un mundo que insiste en mostrarse demasiado caótico como para poder criar a su hijo Julián, un adolescente enamorado que no sabe cómo expresar lo que siente. Marcos, su compañero de colegio, es vocero de un universo quizá más amable del que les ha tocado vivir a los otros. Y a pesar de que en esa familia lo único que parece mantener en pie a sus miembros es el afecto que entre sí se profesan, el amor es un tabú. Ni siquiera se permiten nombrarlo y en cambio se refieren a él como la peste. Sin embargo, como siempre que el deseo está en juego, algo se filtrará, para terminar anegándolo todo. Con destacables actuaciones, todo se amalgama de manera formidable.
Javier Daulte en la sección Crítico Invitado de La Nación


Una historia de amor y hostilidad
Un gallinero en medio de la escena derriba cualquier duda sobre el tono y el espacio en el que De Santis trabaja su pieza. Con mezclas de su propia historia, construye una trama que tiene el campo como telón de fondo, pero que anida temas más profundos: el despertar sexual, las amistades de la adolescencia y las relaciones turbulentas intrafamiliares que Julián, el protagonista de este cuento, tiene con su entorno. El clima que logra De Santis es profundo y sostenido, con actuaciones contundentes.
Jazmín Carbonell, La Nación

La peste del amor
En Gallo, Nacho De Santis aborda una dramaturgia de seres excluidos y les da el tono de la insistencia agobiante de buscar una historia en el error. La juventud es en Gallo un territorio que los adultos quieren invadir y destrozar pero al que también se acercan para capturar una experiencia que los abandona. Marcos y Julián son el alimento que Ana y Claudio necesitan para no morir, como dependen de ese gallo que alguien robó pero del que todxs hablan para darle una entidad de personaje milagroso, casi salvador. En Gallo hay una tristeza del recuerdo encendida en actuaciones que parecen golpear ese aire sucio de campo.
Alejandra Varela, Las 12, Página 12

Las relaciones particulares
“Gallo”, de Nacho de Santis, es un espectáculo bello y conmovedor; de singular poesía, trazando con sincero dibujo las relaciones personales. Es una obra sutil, que va a la esencia y se despoja de la fácil tentación de colorismo. Si pintar la aldea es pintar el mundo, pintar el misterio adolescente, al hombre que luego lo olvida, “Gallo” descubre la poética de un dramaturgo nuevo en un experimentado actor que crece. Nacho de Santis (como intérprete, “Pegados”, “Cita a ciegas”, “Socavón”), ya cumple con sus primeras expectativas en este rico espectáculo que, tras su apariencia sencilla, esconde la habilidad de una coherente, seductora trama.
Luis Mazas, Crítica por Críticos

Es una obra divina de Nacho de Santis, que salió de un taller de Daulte y que empezó con vivencias personales. Escribió una obra que es una belleza, es preciosa, que habla de cómo arrancamos en la adolescencia, de la amistad, de cómo nos enamoramos por primera vez, como ese amigo de la adolescencia que  uno admira a los 14 ó 15 y que los padres te dicen Pará un poco! y no podes dejar de estar con esa persona, a todos nos pasó. Esto transcurre en los 80, la historia de ese Gallo que se escapa, su madre y su  abuelo viendo qué le pasa a ese chico con su vecino, ese primer despertar sexual, de hormonas y de sueños, ese enamoramiento que nos pasó a todos con un amigo o amiga. Hermosa, con críticas impresionantes, actuada increíble, y el arte de la obra que hace Gonzalo Córdoba, con ese clima a campo es impecable.
Mercedes Scapola, Perros de la Calle, Metro


Lo que no se puede nombrar
“Gallo” de Nacho de Santis es una poética invitación a sumergirse en el mundo de la adolescencia. Aquello que despierta y todavía no tiene palabras pero que se inscribe en el cuerpo y puja por salir a la vida.
Los acontecimientos tomarán  giros inesperados y nada volverá a ser igual.  El trazado de los personajes está  muy bien delineado y el elenco muestra una gran solidez. Cada escena despliega un conflicto que va creciendo hasta el final, lo que permite que la atención se mantenga siempre alerta. La atmósfera  de acecho, de ruidos nocturnos, de esa latente sexualidad de la noche de campo, surgen de una puesta en escena muy bien trabajada.Los jóvenes Valentino Grizutti y Juan Cottet, aportan una dosis de frescura y naturalidad muy conmovedora . Ana Ferrer compone una madre con la amargura escrita en el cuerpo. Luis Gutmann, le da a la simpleza de su personaje la profundidad necesaria con un trabajo centrado en gestos mínimos. Un  espectáculo  que  logra un universo muy creíble con imágenes  muy potentes y un buen manejo del ritmo. La dramaturgia  de Nacho de Santis eligió un camino que parece remitir a recuerdos personales  pero condensados de manera muy elocuente y atractiva.
Adriana Lauro, A Puro Teatro


Una obra con un gran vuelo poético
Las maravillosas imágenes que se despliegan en la escena generando climas y abriendo el universo de la obra al espectador, son de una precisión y una belleza que, sincronizadas junto a música y a la iluminación, hacen que la puesta por momentos se vuelva cinematográfica. Hay un cuidado estético de la obra que recorre hasta el último detalle de lo que se puede apreciar. La dirección de Nacho De Santis, también dramaturgo, no deja nada librado al azar. Los actores se lucen en cada uno de sus personajes. Claramente definidos, caracterizados, y por sobre todo representados con un gran compromiso actoral. Generan climas de gran tensión que pone en vilo al espectador capturando por completo su atención en los momentos claves. Una obra de una gran belleza estética con un texto que nos indaga, permitiéndonos recorrer los recovecos de lo poético, e instándonos a alzar el vuelo atravesando ese horizonte rígido e inmóvil que delimita la realidad.
Guillermo Ferraro, Espectáculos de Acá

Decisiones vitales
A veces pensamos que hemos visto todo en las tablas. Pero siempre el teatro nos sorprende con vistosas piezas que conquistan desde la simpleza y  simpatía. Así sucede con Gallo. Gallo presenta condimentos como el despertar sexual, la rebeldía adolescente y la impugnada madurez. Nacho de Santis crea una dramaturgia que nos habla también de la identidad, aunque desde una perspectiva diferente, con  matices y trasfondos que harán pensar a los espectadores. También dirige al heterogéneo elenco, muy parejo en su labor, que engrandece el libreto. Con gran  ingenio en la conducción, logra sacar lo mejor de casa uno. La conexión entre ellos es perfecta. Gallo es un viaje en el que hay humor, nostalgia, confesiones, necesidad de verdades y aceptación.  La música compuesta por Nicolás Bari y Matías Niebur potencia y brinda calidez a la poética puesta.
Cristian Dominguez, Martin Wullich

La historia atrapa al espectador desde al arranque, por su belleza estética, su poesía y principalmente por los personajes que presenta la obra, extraídos de la vida real e inmersos en una trama, que indaga en valores como la amistad, el despertar sexual en la adolescencia y como muchas veces los miedos propios de los mayores, pueden causar mucho daño en los menores. Es hora de destacar ya las actuaciones que tiene la pieza, ya que son uno de los puntos fuertes de este relato. La puesta tiene muchos elementos para destacar, el principal de ellos, el estupendo diseño escenográfico que tiene la obra y de igual modo el lumínico, la música original. No queda más para agregar, es un debut promisorio de Nacho de Santis como dramaturgo, con esta historia sensible, que rescata un recuerdo muy vivo de su infancia y le suma una ficción muy potente, para quedarnos con esta obra tan atractiva. Una historia, para reír, reflexionar y disfrutar de destacadas interpretaciones, que con mucha poesía, nos acerca esta historia del campo a la ciudad, con el canto del gallo Claudio de fondo.
Javier Russo, Pensador Teatral

Gallo es una obra que atrapa al espectador de principio a fin, en la cual durante su transcurso nos hace reír, pensar y cada tanto nos lleva a que se nos caiga una lágrima. Con un final inesperado que deja al espectador con sentimientos a flor de piel. El trabajo de los actores es impecable por donde se lo mire, con una gran conexión sobre el escenario. Se nota la dedicación para la creación de los personajes. También hay que destacar la dirección, el guión, escenografía, vestuario, luces y música, que forman el combo perfecto para que esta obra sea mágica. No pueden dejar de ir a verla, es un placer tener obras así en cartel.
Ivan Pedernera, Eclécticamente Arte

La amistad, para salir del encierro
Las actuaciones no tienen desperdicio; son impecables y descarnadas. De la inocencia a la tristeza, la naturalidad aplastante con la que los intérpretes componen a sus criaturas transporta al público a una verdad de la escena, que es inhabitual y conmueve. Con el valioso aporte de la escenografía y la variedad de atmósferas de la iluminación que lleva del día a la noche sin que se note el artificio. La textura folklórica de la música es otro de los aciertos de la puesta de Gallo, dirigida por de Santis, sencilla y profunda.
Laura Haimovichi, De Teatro


NOTAS:

Gallo, una experiencia escénica que evoca una época y desafía el presente
Entrevista de Carlos Pacheco a Nacho De Santis en diario La Nación
https://www.lanacion.com.ar/2218534-gallo-una-experiencia-escenica-que-evoca-una-epoca-y-desafia-el-presente

De mundos adultos y adolescentes
Entrevista al autor y director Nacho de Santis por Josefina Frega para Página 12

Un verano sin muchos estrenos pero con varios festivales
Así será la temporada estival en la cartelera porteña
En enero ya comienza a perfilarse el sorprendente auge de musicales que marcará el año, en una cartelera que no ofrecerá demasiadas novedades. El FIBA se hará por primera vez durante el verano y regresará el ya clásico festival Temporada Alta.
Nota de María Daniela Yaccar en Página 12



Palabras del director
Había una vez un campo, un grupo de chicos jugando y una casa de cemento sobre el borde de la calle. Un escenario perfecto para observar y apropiarse, lleno de detalles y formas extrañas. Criarse alrededor de un gallinero es un sello para siempre: su olor, sus ruidos, sus gritos, el piar de los pollitos y el verlos crecer, para más temprano que tarde amanecer al canto de los gallos.
La escena trae al teatro ese espacio particular dispuesto igual al de la realidad, ordenado de forma tal que podamos ver en el público el horizonte, lo que se abre ante los ojos de los personajes, lo ajeno, lo extraordinario. Dentro de la escena todo es hostil, la pobreza estética y personal es parte de los personajes principales. El pesado calor del húmedo litoral acompañado por la música folclórica interpretada por el bandoneón que enuncia el ambiente externo y el sonido del bombo describiendo el latido de lo interno. Los personajes son extraídos del mundo real para ser sumergidos en una ficción a partir de vivencias personales que recorren el mundo de la adolescencia, el amor, la poesía, el despertar sexual, la familia como espacio contenedor y asfixiante, los amigos como escape y las promesas teñidas de secretos. La obra expone la necesidad imperiosa de rotular las cosas de forma categórica anulando la posibilidad de que sean solo emociones imposibles de ser descriptas por la razón.
Un poema adolescente desdoblándose en el espacio para convertirse en un hecho teatral.
Nacho De Santis




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