“Hilando voy en mi pusca, El vellón de mis ovejas.
El sol me trae esperanzas, El viento me trae quejas.” Barbarita Cruz (cantora con caja y alfarera)
En la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes (Rufino de Elizalde 2831) puede visitarse la muestra “De hilados y Cobijos”, una interesante exposición del Patrimonio Textil del FNA que nos traslada a los Andes, la Selva, las Pampas y al Desierto mostrando todas las fibras, técnicas y particularidades de la Textilería Argentina. Con curaduría de Mirtha Presas y Celestina Stramigioli, esta muestra podrá visitarse hasta el 21 de mayo, de martes a sábados de 15 a 20 hs.
Por primera vez, después de mucho tiempo, el Fondo Nacional de las Artes expone textiles representativos de las diversas áreas culturales del país, integrantes de su patrimonio que hasta ahora habían sido parte sólo de exposiciones temáticas (como: “Textiles ecuestres”, “Las amorosas mantas”, “Textiles argentinos”, “Ponchos argentinos que cobijan” entre otras).
El valor de estos tejidos reside en que, en su inmensa mayoría, fueron adquiridos entre los años 1967 y 1975, cuando todavía se producían prioritariamente para autoconsumo o trueque. Por entonces los hacedores eran conocidos por sus oficios: teleros, sogueros, herreros, etc.
Los textiles expuestos evidencian formas, tamaños y funciones que remiten a las diversas culturas que los elaboran y dentro de las cuales tienen sentido. Cada contexto provee de fibras, instrumentos y telares, técnicas, diseños, usos, formando un bagaje de conocimientos, procedimientos y un universo de significados que conforman su identidad.
Así, las pastoras y tejedoras de la Puna muestran su herencia andina en laboriosos y meticulosas chuspas para guardar las hojas de coca necesarias en sus alturas, y fuertes fajas que cuidan su cuerpo de los esfuerzos de siembras y pastoreos.
Las habitantes del Gran Chaco procesan fibras vegetales para sus bolsas de carga y tejidos en telar donde, con hilos de distintos colores, plasman imágenes de frutos y animales de la selva, de forma semejante a sus parientes del norte, en la región amazónica.
En el sur, las mapuche “gente de la tierra” se protegen del viento y del frío con apretados tejidos donde laborean complejas figuras, en paralelo a sus hermanas de la Araucanía chilena. Un código interno indica qué prendas y cuándo las deben usar hombres o mujeres.
En estas etnias se utilizan instrumental y telares indígenas: de cintura, estacas o de piso y verticales. El telar de origen español es utilizado por los hombres en la Puna, en la confección de barracanes, frazadas y ponchos. Desde el noroeste al centro del país, desde la cordillera a la llanura, las teleras criollas han recogido influencias españolas e indígenas. Su variado repertorio incluye tanto finísimos tejidos en vicuña como pesados puyos, frazadas y colchas floreadas que los hijos emigrantes llevarán como cobijo maternal.
En cada región hay peleros para el lomo del caballo y alforjas para el transporte. Además de ponchos propios, con colores y terminaciones que los distinguen, con guardas listadas, laboreadas, atadas. Por su parte, manos diestras continúan la tradición de encajes aprendidos en la colonia, dando cuerpo con delicados hilos a las randas tucumanas y correntinas, al miñardí, frivolité y bolillo.
Estas piezas evocan un mundo que ya no es igual, saberes a veces perdidos, no siempre valorados adecuadamente.
Todas las actividades y conciertos de la Casa de la Cultura-FNA tienen entrada libre y gratuita (hasta agotar capacidad de las salas).
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