Ofelia vs Hamlet, el suicidio heroico vs el suicidio como pecado que actúa a través de la locura. Ambas opciones se manifiestan en las dos muertes principales de la obra: Hamlet y Ofelia.
Una de las cosas más interesantes que trabaja esta nueva puesta tiene que ver con el miedo a la locura y la anticipación del temor al camino que la locura puede elegir: el espectador entra en un túnel pasando pasillos con personajes que habitan un espacio que es LA locura misma. Sólo después de atravesar los misterios que produce la cercanía a esa inestabilidad, es cuando nosotros, espectadores, llegamos a sentarnos en una butaca y entender la locura desde el lugar femenino que merece y el suicidio desde el agujero negro que es. Ofelia es protagonista en esta obra, desde su abismo femenino que confirma el tópico de sensualidad de su cuerpo pero lo reniega y lo desprecia: la muerte que ella misma se inflige viene desde la fragilidad y la desestabilización de su cordura. La obra recupera la iconografía del suicidio de Ofelia y genera su propia historia, saliéndose del espacio erótico que la historia del arte le ha entregado y volviéndolo un ícono feminista. La representación del suicidio, y también de la locura, han salido a la luz de diversas maneras, pero uno de los aportes más valiosos de la obra es que tiene el poder de revertirlo: si hasta ahora entendimos que Ofelia era la loca suicida y Hamlet el heroico que tomaba posesión de su propio cuerpo valientemente, lo que vemos en Hamlet duele o el eco de los aplausos que ya no resuenan, es exactamente al revés: Ofelia vuelve a la vida y patea la masculinidad con la que se ha visto encerrada tras la figura dolorosa y tragicómica de la locura.
Aunque la muerte de Ofelia se abordó una y otra vez en la historia del arte desde el marco de la enfermedad mental y el desequilibrio, en la tradicional Hamlet aparece desde la ausencia y el olvido (nadie repara en que Ofelia empeora en el acontecer de los hechos hasta finalmente, suicidarse) y en Hamlet duele... esto se convierte en el hecho más importante; si tradicionalmente a Ofelia la relacionamos con la locura y el temor a ella (y por eso ella es casi invisible), en esta puesta, Ofelia es LA obra: la propuesta tiene que ver con acercarnos al abismo y a la locura que implica y mirarlo de cerca, conociendo sus mecanismos de seducción, y pudiendo bailar al final con ella para vampirizarla eternamente. La presencia por debajo de la superficie, a pesar del título, es la de Ofelia.
Lo original de la dirección, y de la puesta en escena se ven empatadas en cuanto a la genial (y valiente) presencia y desplazamientos actorales, que, dejan literalmente el cuerpo bailando como un juego de exorcismo en contra de la fragilidad.
Lucía Luna
Intérpretes: Cynthia Campano, Florencia Campano, Natalia Corrao, Federico Diaz, Rodrigo Fedele, Julián Fuentes, Milagros Gallo, Guadalupe García, Natalia Lisotto, Cecilia Maha, Analía Pelle con la participación de Rubén Szchumacher
Escenografía: Expansión Escénica
Diseño de Vestuario: Expasión Escénica
Diseño de luces: Damian Monzon
Diseño Sonoro: Mariano Ferreras
Audiovisuales: JML- Juan Manuel Ledesma
Operación Técnica: Daniela Horovitz
Fotografía: Juan Manuel Ledesma
Diseño Gráfico: Cynthia Olivera
Asistencia de Vestuario: Cazadora Vintage- Cecilia Maha
Asistencia de Dirección: Mariano Basile
Prensa: Batahola- Expansión escénica
Supervisión: Eugenia Perez Tomas
Dirección: Hugo Martinez
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