Algo que rara vez
sucede, ocurre en la función de prensa de TWEED y es que cuando finaliza, todos
los críticos, cuando quieren hablar, tienen la voz quebrada.
El director Fernando
Alegre nos había comentado en un programa de radio que la obra es como el tweed,
una tela bella pero áspera al tacto que usamos para abrigarnos con la elegancia
del estilo de los sacos príncipe de
Gales.
Y es así, áspera y
cálida como un té con limón en medio de la tarde: aquí está la magia del teatro,
que reproduce el sótano de una sastrería del Once en un teatro ubicado en el
barrio de la Paternal, y pese a eso, uno se siente ahí, escondido, sin luz, acompañado
por el viejo inmigrante que intenta coser botones para los oficinistas que como
él, estarán un poco encerrados en lo no expresado, entre el subsuelo y el
cielo.
Hacia el final, en un
espacio abierto a la charla con el público el gran Héctor Bidonde pregunta si
alguien se interesará en una obra así, y si lo hace es porque la obra está, de
alguna manera llena de dolor.
Pero si algo produce
el teatro es eso: su carácter de ceremonia que remienda lo descosido. Un
espacio para poder tocar aquello que nos desgarra, la relación entre padres e
hijos, los recuerdos del que ya no está, el abandono y el olvido. Poner en
palabras aquello que es tan difícil de decir. En un momento tan complejo de la
ciudad y del país, (y hemos vivido tantos), el privilegio de contar con la
intensidad dramática del texto, con la entrega de los descomunales actores que
son Héctor Bidonde y Silvia Kauderer y una dirección y puesta en escena que se
internan en el territorio lleno de congoja y que aún así, sin un golpe bajo o falso, nos
dejan con la puesta en espejo y nos llevan a la acción de intentar ser mejores.
Entonces recordé a mi
madre. Cuando tomábamos mate los dos, por las tardes en la casa en que vivíamos
y yo lo hacía amargo, ella protestaba, porque decía que la vida era a veces,
tan triste que necesitaba algo dulce. Pero a veces, entendí entonces, conviene
conocer el sabor de la yerba, que no es dulce, que tiene el gusto áspero, como
la tela de Tweed, y que como en ambos casos requieren paciencia; la tolerancia
para encontrar el placer del tacto, el sabor de la tierra, las palabras justas
que reparen lo que nunca dijimos.
Mención especial
merece la bellísima música, delicada y precisa, que parece vibrar con la
respiración de los personajes, realizada por Emilio Kauderer, el compositor de
las bandas sonoras de Metegol, Tiempo de Revancha y tantos films fundamentales
del cine argentino.
Roberto Camarra,
especial para Rayo Verde. Julio de 2018.
TWEED.
Sábados y domingos de Julio y Agosto en los horarios de 21 y 19 Horas
respectivamente.
PATERNAL TEATRO, Nicolás Repetto 1556, CABA.
Tweed es una producción artística de Teatro Independiente, de
1 hora de duración aproximadamente,
Ficha técnico artística
Autoría:
César Domínguez
Actúan:
Héctor Bidonde, Silvia Kauderer
Vestuario:
César Domínguez
Escenografía:
César Domínguez y Fernando Alegre
Diseño de luces:
Fernando Alegre, César Domínguez
Música original: Emilio Kauderer (flamante miembro de la
Academia de Artes y Cinematografía de Hollywood
Fotografía:
Andrea Spirito
Diseño gráfico:
Ariel Panicali
Producción ejecutiva:
Ale Garcia, Carlos Zárate
Puesta en escena:Fernando Alegre
Dirección general: Fernando Alegre
No hay comentarios:
Publicar un comentario