Qué Noche, Bariloche.
De la poesía más despiadada a una endoscopía sórdida, Harmony Korine, el guionista que a los 19 años conoció andando en Skate al fotógrafo que retrató como nadie la crudeza de las drogas, las armas y las habitaciones en descomposición norteamericanas, Larry Clark, y guionó esa pedagógica descripción de la sin razón que son KIDS y KEN PARK, puede moverse en los fluídos espirituales de la demencia urbana con un city tour de fiereza explícita. De Julien Donkey-Boy a Gummo y Trash Humpers, Korine, se frota insensiblemente con lo intolerable, como un adicto que necesita subir porque la dosis siempre estará a punto de no surtir efecto. Al conocer las crónicas recientes de los periódicos y la televisión del hombre que secuestra niñas y las encierra encadenándolas por décadas en su casa, no podemos menos que interrogarnos sobre las formas del horror. El horror de la nada del adicto vacío, lo que Larry Clark registrara fotográficamente en Tulsa, el espanto de la belleza cubierta de desesperación indiferente de Trash Humpers, de una textura criminal insoportable, que Korinne provee de la modernidad del mal.
Acaso, en la obra de Korine, la belleza de Mr Lonely no sea más que un espejismo, un planeta en que los dobles de la historia del arte popular, Marilyn, Chaplin, Michael Jackson, viven en una isla del Mar del Norte, preocupados por sus pequeñas traiciones, pero en una obra en que hasta las monjas pueden volar cuando el avión cae. O quizás sea, como al final de la película, el vuelo de las monjas un truco irrepetible y estas terminen estrellándose porque no hay lugar para milagros..
Si Larry Clark fue Tulsa, Spring Breakers es, de alguna manera, Korine, que bebe las escapadas de primavera, las locuras juveniles de las que habla el tango, en clave pop reviente de estudiantes a punto de comerse literalmente todo lo que le pongan delante. Cercano a la descipción híper forzada de la turgencia de los cuerpos producidos por la química y los bisturís en colores de una saturación híper irrealista de otro fotógrafo, David La Chapelle, Korine pervierte los símbolos, pero en su discurso estos parecen intocables: ángeles de Disney, ángeles de la juventud, el ángel de Selena y de Britney, que atacan cualquier tipo de fe (y acaso la fe que enseña Korine no sea más que otro tipo de enfermiza locura), y la destruyen, en la calentura extraviada del dinero y los cuerpos, acaso también, porque el pudor disipó lo que nos quedaba de alma a esta altura de nuestra vida en la tierra.
Roberto Camarra, especial para www.rayoverde.com.ar
SPRING BREAKERS, UNA PELICULA DE HARMONY KORINE.
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