Warm bodies, traducida como Mi novio es un zombie es la historia de dos adolescentes que se enamoran, con algunos detalles que la vuelven un poco más interesante: (evitemos el "pareja de adolescentes blancos y heterosexuales muy hermosos los dos; él, morocho de ojos claros, ella, versión rubia de la vampira Kristen Stewart"). R, el protagonista, no está vivo ni muerto, es un zombie. Y además R es el asesino del (ex) novio de su (ahora) novia. Y también R secuestra a la rubia y la hace escuchar su música de chico moderno y contemporáneo para tratar de convencerla de que no es un zombie malo. Y todo, obviamente, funciona.
Hay una batalla entre zombies y gente viva, en un mundo postapocalíptico que tiene como escenario del mundo zombie el eterno lugar de paso que es el aeropuerto. Los zombies no sienten y lo que es más cruel, no tienen recuerdos. Y se alimentan de comerse a los vivos, pero hay una parte que desean más que otras, la más preciada de los vivos que es el cerebro. Los zombies comen los cerebros de los vivos porque de esta manera se quedan con los recuerdos de todo lo que esa persona sintió, olió, tocó, amó en su vida. Y en esta transferencia de recuerdos, se da la ínfima posibilidad de que un zombie pueda amar.
La posibilidad de recordar, como el hecho que da vida a aquello que está trabado, como un vampiro, entre la vida y la muerte. Recordar no sólo quienes fuimos, sino a quiénes vimos, a quién amamos, con quién bailamos; porque esto es lo que reviste la fidelidad del presente. Y por eso, el verdadero muerto es quien no tiene recuerdos.
Algunas cosas de estas, y de los zombies encapuchados, bellos y tristes, nos enseñó Bruce La Bruce (a quien se le debe mucho de esta película) en su obra maestra del 2008 Otto or, Up with dead people, pero sería demasiado retorcida para verla en cines: un zombie gay, suicida, enamorado hasta la eternidad de su novio que no lo recuerda. Imposible no recordarla al ver caminar a R, haciendo fuerza para tener algún recuerdo, meditando con su capucha puesta, en las escenas más lindas de la película.
Sería descarado también no mencionar la película “The collector” (1965) de William Wyler, bellísimo film acerca de un coleccionista de mariposas que secuestra a una chica para tratar de convencerla de que sean amigos.
Lucía Luna
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