SHOPPING AND FUCKINGde
Mark Ravenhill
Funciones: viernes 21:00hs.
Teatro El Extranjero: Valentín Gómez 3378, Abasto, C.A.B.A.
Informes:
Reservas: www.elextranjeroteatro.com
Entradas: Generales 60$ / Est. y Jub. $40
DICE LA CRÍTICA SOBRE SHOPPING AND FUCKING
La Nación
Nuestra opinión: Muy buena
“El director Mariano Stolkiner, vuelve a introducirse en la oscuridad de
unos planteos que sabe manipular con inteligencia y mucha sagacidad.”
Por Carlos Pacheco
Suplemento SOY de Página 12
“Shopping and fucking (Comprar y coger): dos modos de matar el tiempo, la
soledad y todo lo que se cruce. Mariano Stolkiner, el director que el año
pasado puso en escena la poética de Sarah Kane,
despliega en esta puesta la crudeza de otro inglés terrible, Mark
Ravenhill.”
Por Liliana Viola
Revistra Veintitres
“Shopping & Fucking es un plato fuerte que es mejor comer frío, para
procesar sin miedo la brutal nadería consumista que nos enrostra.”
Por Luis Mazas
El sonido y la furia
“La puesta de Mariano Stolkiner es fiel al espíritu de la obra, consiguiendo
una adaptación que expone la crudeza de los personajes y de la trama.”
Por Matín Villagarcía
Escrituras Indie
“Estamos ante una obra que, por suerte, es indigerible. A la que nadie, que
se precie amante del teatro y del arte en general, puede debe dejar de ver.”
Por Nadia Sol Caramella
Ficha Artístico Técnica
Autor: Mark Ravenhill.
Traducción: Rafael Spregelburd.
Elenco: Daniel Toppino, Luciano Ricio, Eugenia Blanc, Lucas Lagré y Alfredo
Urquiza.
Diseño De Espacio Y Escenografía: Santiago Badillo.
Diseño Lumínico: Julio López.
Diseño De Vestuario: Merlina Molina Castaño.
Diseño Sonoro Y Música Original: Fernando Sayago.
Diseño de Video: Santiago Badillo Y Mariano Stolkiner.
Realización de Video: Juma Producciones.
Actores en video: Mathías Sassone y Mariano Stolkiner.
Diseño Gráfico: Santiago Badillo.
Fotografía: Guido Piotrkowski.
Gestión De Derechos De Autor: Marion Weiss.
Asistentes De Dirección: Julieta Cajg Y Mathías Sassone.
Producción Ejecutiva: Bárbara Rapoport.
Producción General: El Balcón de Mersault.
Prensa: Simkin & Franco
Dirección: Mariano Stolkiner.
Sobre Shopping & fucking:
Mark Ravenhill se destaca, al igual que Sarah Kane y Patrick Marber entre
otros, como uno de los jóvenes autores británicos de los noventa
pertenecientes al grupo conocido como el “In yer face”. Sus trabajos están
signados por el auge y desarrollo de las nuevas tecnologías, un
descreimiento del progreso y una sociedad del consumo y del espectáculo. Un
teatro complejo que rompe constantemente el canon, pero que al mismo tiempo
instala la posibilidad de nuevas inscripciones en la tradición en la que se
enmarca. Estos autores ahondan en la construcción del lenguaje y proponen no
sólo un cambio formal, sino también un cambio en el foco de lo que se dice,
desarrollando una nueva corriente de construcción dramática donde la palabra
toma una relevancia fundamental.
Ravenhill piensa en un teatro que pueda sacudir a la platea a partir de la
crudeza del discurso. Elige hablar desde el margen: drogadictos,
homosexuales, jóvenes, punks, lo periférico. Este foco en la marginalidad
contemporánea expone las problemáticas de inclusión y exclusión, devolviendo
una mirada crítica sobre nuestra sociedad y el mundo de consumo globalizado.
La alienación, producto de este sistema, libra al sujeto a su propia suerte
en un entramado de permanente dependencias, exponiéndolo a una violencia
permanente. Nuestro mundo es violento, y Ravenhill no lo expone de otro
modo, toma partido haciendo un llamado de atención sobre el estado de
alienación de los ciudadanos. Propone un teatro político que se enfrenta al
discurso demagógico dominante, quita el velo que pretende tapar las más
profundas estrategias de funcionamiento del propio motor del sistema.
El sistema capitalista es foco fundamental en la obra de Ravenhill, sus
personajes viven al margen o son comprendidos por él. Sin embargo su
posición no es tan simplista, no se trata de que aquellos incluidos la pasan
bien y los excluidos mal, en su visión el propio sistema termina por
devastar todo lo que tiene a su alcance, nadie escapa a las consecuencias y
el escepticismo reinante deja a todos al borde de una profunda
desesperación. Dentro de un sistema violento no se puede sino ser violentado
y tornar las propias acciones violentas.
Dice Rafael Spregelburd / Traductor
Mark Ravenhill ha escrito tal vez (a la par de sus colegas Sarah Kane,
Martin Crimp, o David Harrower, pero con un sentido admirable de
anticipación) una de las obras que más minuciosamente ha perturbado al
teatro británico contemporáneo. Lo que equivale a decir que ha
desestabilizado con envidiable simpatía y férreo pulso la manera en la que
un teatro equis, o una sociedad equis, se piensa a sí misma, se conforta con
sus mentiras blancas acerca del romanticismo, se apacigua ocultando el
destino desenfrenado y misterioso del deseo, y se sorprende de descubrir
hasta qué punto el acto del consumo se ha extendido como una droga, como un
cáncer, hasta ocupar todo lo visible, hasta inocular su arenosa bilis
incluso sobre esa fuerza ausente, inexplicada, que pactamos llamar “amor” a
falta de una palabra más metódica y precisa.
Un par de décadas –y muchísimos y muy complicados kilómetros- nos separan de
ese audaz, duradero gesto de Ravenhill. Y sin embargo aquí está hoy,
esperamos que con toda la potencia de su voz original, esta pieza que ha
querido conjugar tantos opuestos: es tan revulsiva como cómica, tan trágica
como ridícula, tan desangelada como erótica, tan heroica como resignada.
Con inexplicable demora, esta pieza de título maniáticamente prohibido (las
ediciones originales inglesas debieron titularla “Shopping and f***ing” para
poder aparecer en toda la cartelería) desembarca finalmente en Buenos Aires,
que se autoabastece de teatro y rara vez se permite importar estas
Delikatessen, y nos embarra de su singular aire noventoso, un hálito
pringoso que –como todo retro- es inquietantemente relajado y agudamente
parecido al presente. O al menos, convive tan a gusto con él que parece
señalar que vivimos en un loop de modas y modismos que no saben mucho de
fronteras y del que es imposible escapar por alguna puerta grande. ¿Cuándo
se ha escrito esta obra, que nos hace sentir tan claramente, en su
imaginario vagamente realista y estoicamente simbólico, que casi nada ha
pasado en estos años? ¿Cuándo es –por dios- que se ha escrito, para que su
vigencia se renueve cada lustro, sin importar cuándo se ha escrito?
Sospecho que la respuesta es muy sencilla: esta obra se ha escrito siempre.
Sobre el grupo de trabajo
El Extranjero Teatro es la boya en el tránsito que da continuidad a una
etapa de trabajo que tiene sus inicios en el 2005 junto a lo que fue Teatro
Lúdico. Entonces, en busca de un espacio, encontramos dentro del atelier de
Carlos Regazzoni un viejo galpón semidestruido que era utilizado como corral
para animales. Nos ofrecimos a ponerlo en condiciones a cambio de tener un
lugar donde presentar nuestras obras y Carlos aceptó. Con mucho trabajo y
sin ningún subsidio conseguimos armar algo parecido a lo que nos hacía falta
y la nueva “sala” fue una realidad. Allí, presentamos “L.U.I.S.” (Las
últimas imágenes soñadas) y Cleansed, dos obras que dejaron un hermoso
recuerdo para todos los que tuvimos la suerte de participar en ellas. Si
bien nunca renegamos de las condiciones en las que debíamos trabajar, por el
contrario estamos enormemente agradecidos de la oportunidad que tuvimos, el
deseo de tener un espacio propio donde producir nuestras obras seguía
vigente.
Con tenacidad, fortuna y el apoyo incondicional de nuestros seres más
queridos nuestro sueño se concretaría cuatro años más tarde. Un viejo taller
de la calle Valentín Gómez, cerca del Abasto, asomaba como cimiento de lo
que hoy se ve de forma concreta, El Extranjero Teatro. Y como todo está en
constante transformación, Teatro Lúdico también mutó su nombre a lo que hoy
es el grupo de trabajo de El Extranjero Teatro, equipo que ha de destinar
sus posibilidades creativas a este nuevo espacio que nace deseoso de sumar
su voz a todas aquellas que hasta aquí tanto nos han transmitido.
Nuestra filosofía, tal lo venimos haciendo hace tiempo, es la de trabajar a
partir del núcleo que implica la participación conjunta en un espacio común,
y si bien los roles pueden ser cambiantes, lo que perdura, y esperemos siga
del mismo modo hacia delante, es la posibilidad del desarrollo y el
perfeccionamiento de una propuesta poética común.
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