Cuando alguien nos deja, la presencia de su ausencia en la huella de la estructura que dejó (parece un trabalenguas pero es fácil) se hace insoportable. Es como una enfermedad, nos avisan que la tenemos y nos caemos, después empezamos a convivir con ella... hasta que un día explota todo. O implota. Hay tres chicas abandonadas en una casa, celosas de su intimidad. Cada una construye como puede el resto de su futuro... Violeta es una oruga, está siempre acostada y se arrastra por el piso para llegar a lo que quiera. Sofía está enojada, fue abandonada, esconde secretos, y cierra siempre con llave, a ella y a su cuarto. Y Marina no puede más, heredera de la demoníaca responsabilidad que adquiere el hermano mayor cuando no hay más responsables, hace lo que puede y lo que puede le sale mucho mejor cuando se abre al amor. Porque después de todo, la película trata sobre eso, sobre abrir. De la manera que se pueda, incluso forzando. Marina trata de forzar la puerta de Sofía, rompe una ventana , y abre sus piernas para recibir a un hombre.
Violeta abre la puerta, y después no puede volver. No vuelve pero está, y otra vez la presencia en la ausencia. Y Sofía abre su casa al mundo, regala todo lo que tiene. Todo. Sillones, cama, cuadros, y cuando no queda nada, descubre los secretos de la femineidad en objetos preciados, un corsét viejo, los encajes.
La ópera prima de Milagros Mumenthaler trata sobre lo que queda cuando ya no queda nada. La casa que se convierte en pesadilla si no están las personas correctas. Los restos y el duelo.
Lucía Luna
Abrir puertas y ventanas (Argentina-Suiza/2011, hablada en español)
Dirección y guión: Milagros Mumenthaler
Fotografía: Martin Frias
Edición: Gion-Reto Killias
Dirección de arte :Sebastián Orgambide
Elenco : María Canale, Martina Juncadella, Ailin Salas, Julián Tello
Distribuidora: Primer Plano Film Group
Duración: 99 minutos
Calificación:Apta para mayores de 13 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario