15 feb 2012
Contar historias. Microrrelatos en las colecciones nacionales de arte.
De Aizenberg a Wells, de Batlle Planas a Zelaya, de Tulio De Sagastizábal a Juan Csarlos Romero. Curadora invitada: Diana B. Wechsler.
Más de un centenar de obras en 1200 metros cuadrados.
TEXTO CURATORIAL
Constituir una colección supone –entre otras cosas- definir un propósito y elegir una serie de estrategias de selección. En el caso de las colecciones nacionales, muchas de las cuales comenzaron a formarse hace ya más de cien años, el objetivo inicial fue el de integrar un repertorio significativo de arte que promoviera tanto la formación de los artistas como la del público, contribuyendo a ofrecer el acceso a obras que son parte de un museo imaginario, constituido en el horizonte de la cultura visual de occidente.
A partir de algunas donaciones privadas, la primera colección nacional se originó en el marco de la fundación del Museo Nacional de Bellas Artes (1895). La Comisión Nacional de Bellas Artes, por un lado, y la emergencia de instituciones como los Salones Nacionales, fueron otras instancias clave en el comienzo del siglo XX para el estímulo y la formación de colecciones. Así se definió el perfil de algunas de las estrategias para integrar las colecciones nacionales: el de la selección por concursos –de distinto carácter- procurando por esta vía garantizar mecanismos abiertos, inclusivos y democráticos. Por supuesto, el alcance así como la ampliación del concepto democrático de selección fue creciendo y variando en el tiempo, sin embargo, la idea de ir integrando una colección pública por concurso, con un jurado colectivo, apareció tempranamente. Como resultado de cada certamen, se van sumando hasta hoy, piezas que dan lugar a conjuntos diversos en soportes, propuestas estéticas, procedencia de los artistas. Una variedad que se enriquece con algunas donaciones y que representa un interesante desafío a la hora de estudiarla.
Entre todas las colecciones públicas que fueron surgiendo desde entonces con esta matriz, la centenaria del Palais de Glace y la más joven, del Fondo Nacional de las Artes, son las elegidas para desplegar este ensayo curatorial pensado desde la lógica de la identificación de posibles microrrelatos que las recorren. Estos se presentan como estrategias de lectura para la aproximación a las polémicas de un período dado, a la cultura visual de una coyuntura precisa o atravesando tiempos, para mostrar persistentes continuidades tanto como significativas divergencias. Una primera exploración de esta modalidad se llevó adelante a partir de la colección del Palais en septiembre pasado. Ahora y por invitación de la Casa Nacional del Bicentenario crece el desafío al sumar otro rico repertorio, el del FNA.
Lugares de las imágenes entre lo individual y lo colectivo
Los microrrelatos que aquí se presentan, tienen como propósito no sólo ofrecer algunos trayectos indiciarios de lo que estas colecciones albergan, sino que aspiran a iluminar aspectos de los últimos cien años de la historia del arte argentino y con ella de la historia socio cultural. Cada pequeña zona de esta muestra, se ofrece como fragmento dentro de una posible historia mayor. Algunas obras, elegidas como cabeza de serie o pieza faro, organizan las narraciones iconográficas propuestas, y señalan itinerarios en los que pasado y presente se encuentran para exponer diferentes alternativas visuales.
La historia, o las historias y sus variados modos de narración organizan conceptualmente estos microrrelatos en los que se subrayan a su vez, los diversos lugares de las imágenes: desde la memoria al señalamiento y la denuncia, hasta su capacidad de dar lugar a construcciones imaginarias en unos casos y abstractas en otros, configuraciones éstas que se presentan en los bordes de lo real y sin embargo, lo constituyen.
Diana B. Wechsler
Hasta el 26 de febrero.
De martes a domingos y feriados, de 15 a 21 horas.
Riobamba 985.
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