Carol (Todd
Haynes, 2015) comienza y termina con miradas y es la mirada lo que sostiene el
argumento. Therese (Rooney Mara) mira a la multitud enloquecida comprando los
regalos de Navidad en la juguetería. Su mirada brillante y curiosa se detiene
en el funcionamiento de los trenes de colección y en el frenetismo de la compulsión festiva. Está encerrada pero
quiere salir. Su mirada cambia drásticamente cuando Carol (Cate Blanchett) se
acerca a ella y le pide asesoramiento sobre un juguete y Therese se fascina con
el tapado de visón que Carol lleva como parte de ella, el cual maneja como si fuera una real
extensión de su cuerpo. La textura suave, sedosa, esponjosa, y lustrosa del tapado funciona como hipnotizador en los
ojos de Therese, y es a partir de esa mirada que las dos mujeres generarán un juego
de observación e inspección que pasará de la belleza al dolor instintivamente
hasta convertirse en las dos cosas al mismo tiempo. Como un oxímoron de la
fascinación sexual a través de una forma de amor distinta a cualquier otra. La
historia de amor pronto se convierte en una suerte de road movie silenciosa y
reflexiva de dos mujeres enamoradas del momento en que se conocieron, un
momento en el que no son sus vidas lo que cambiará, sino la forma de amar, la
manera en que las miradas de ellas se cruzan en un espacio hasta encontrarse
con la mirada deseada. Sin embargo, el escape nunca es protagonista, porque si
bien no hay lugar en donde Therese y Carol puedan hacer habitar su amor, cada
vez que ellas vuelven a mirarse se encuentran a salvo.
En Equus (Peter
Shaffer, 1973) un psiquiatra trata de entrar en la mente de un adolescente que
atacó a unos caballos en un establo hasta dejarlos ciegos. Alan atacó a los ojos de los caballos. La mirada de uno de
esos caballos es lo que el protagonista no puede tolerar y con lo que no puede
lidiar. Otra vez, la belleza y el dolor juegan a mirarse pero no pueden dejar
de atraerse, se convierten en una única cosa que libera y que esclaviza al mismo
tiempo. El objeto de deseo se vuelve objeto de pasión y la pregunta final de la
obra es si es justo sacrificar el deseo/pasión para obedecer el mandato social.
Quién decide a quién se ama y cuáles son las formas del amor.
La mirada de
Therese es lo que deslumbra a Carol. La mirada genera un espacio y un tiempo del que
ninguna de las dos puede escapar, sus miradas generan un microespacio que
resulta el único lugar seguro para hacer madurar su amor y la necesidad del
mismo. El amor es una cuestión de miradas, y también de secretos. En Equus es
la mirada del caballo al que Alan ama lo que vuelve insoportable cualquier otra
historia de amor con otro ser. La mirada intimida y fascina y al mismo tiempo
funciona como represor de la ruptura de la intimidad. La mirada crea el
contexto y protege, documenta que se amaron, el caballo, Alan, Carol y Therese.
Y tanto en Equus
como en Carol, los secretos funcionan como catalizadores para una forma de amor
que todos querrán “curar” o readaptar por considerarlas inmorales, la belleza
se vuelve dolorosa por el secreto mismo. En Equus, es el pisquiatra quien se da
cuenta de que develar el secreto (y asumir la mentira que conlleva) no necesariamente
va a traer liberación y bienestar a su paciente Alan. La mentira, en este caso
funciona como triangulador del deseo, y el deseo es la pasión. La verdad no
libera, Carol sabe que ama a Therese pero enunciarlo puede costarle la custodia
de su pequeña hija, y en la confusión de saber quién es, Therese le pregunta a
Carol por teléfono “quiero saber, quiero preguntarte cosas, pero no estoy
segura de que eso sea lo que tu quieras” a lo que Carol responde, “preguntame
todo, por favor”. Ambas obras revierten
el lugar de la verdad dando cuenta de que en algunos casos, la verdad esclaviza. Y en las dos, la necesidad de estar juntos (Alan y el caballo, Carol y
Therese) es lo que resuelve la consumación de las distintas formas que va
tomando ese amor.
En un mundo
perfecto, estas historias de amor enceguecerían a cualquiera. Pero
la mirada generada a partir del deseo no puede ser destruida por nadie más que
quien la ha creado.
Lucía Luna
Carol es una
película de Todd Haynes, basada en “El precio de la sal” de Patricia Highsmith,
con actuaciones de Cate Blanchett, Rooney Mara, Sarah Paulson y Kyle Chandler
entre otros.
Equus es una obra
de teatro escrita por Peter Shaffer, llevada recientemente al escenario por
Carlos Sorin, con actuaciones de Peter Lanzani y rafael Ferro entre otros.
Hola, me encantó tu entrada quería saber si podría compartirla en mi blog, obviamente con tu nombre, respetando que fuiste quien la escribió. Realmente interesante tu apreciación y difusión del contenido.Buen trabajo. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias! claro que se puede compartir, saludos!
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