Cantante popular, actor, militante comprometido con la política argentina, es sin dudas, y en la boca de los críticos, y nada menos en un país que vio filmar a Hugo del Carril, a Lucas Demare, a Hugo Fregonese, a Carlos Schlieper, a Manuel Romero y tantos otros, un director de una magnitud que difícilmente será reemplazado. Discípulo directo de Leopoldo Torre Nilsson, hizo un cine excesivo, dramático, inolvidable, como solamente un artista inusual puede conjugando la desmesura y el relato, la belleza y la crueldad.
Queda, además de una prolífica y exitosa carrera de clásicos populares de la música, con un fraseo inimitable, un puñado de película soberbias, pequeñas y gigantes, que nos cuentan como país, que nos cuenta como seres humanos perdidos en esta patria, una patria capaz de dar a luz a terrores e ignominias y a directores de cine de la estatura de Leonardo Favio.
Son parte de la historia del cine argentino las distintas "Soñar, soñar", "Aniceto", "Crónica de un Niño Solo", "Juan Moreira" y "Nazareno Cruz y el Lobo".
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