Función Especial "EL HEREJE" (Alfredo Moffatt, sin plata y sin permiso) documental de Jorge Falcone ARG/DOC/2009/72 MIN/ATP
Jueves 31 de Marzo 20 Hs Espacio INCAA KM 3 - Artecinema Salta 1620
Valor localidades $ 6.- Luego de la proyección se realizará una charla debate con el director, Jorge Falcone, Alfredo Moffatt (protagonista) y Carloncho Barese (entrevistado). El próximo jueves 31 de marzo a las 20 hs, se realizará una proyección especial del documental El Hereje (Alfredo Moffatt, sin plata y sin permiso) de Jorge Falcone. Una mirada hacia la cotidianeidad laboral del discípulo directo de Enrique Pichón Riviére -padre de la Psicología Social argentina- matizada por el testimonio de personajes de gran riqueza existencial marginados por la sociedad: Marisa Wagner, poeta internada repetidamente en el Hospital Borda y la Colonia Montes de Oca; Gustavo Mariani, escritor menesteroso y portador de HIV; “Carloncho” Barrese, ex pibe de la calle y divulgador de las atrocidades cometidas en los institutos de menores. Luego de la proyección se realizará una charla debate con el director, Jorge Falcone, Alfredo Moffatt (protagonista) y Carloncho Barese (entrevistado). La cita será en el Espacio INCAA Km 3 - Artecinema, Salta 1620 y el valor de las localidades será de $ 6. El Hereje, Alfredo Moffatt, sin plata y sin permiso Guionista y realizador: Jorge Falcone Cámara: Guadalupe Haedo Iluminación: Daniel Mizrahi Producción Ejecutiva: Mabel Valencia Asistencia de producción: Laura Falcone Ilustraciones: Sebastián Maissa Animación: Fernando Silva Gráfica: Paula Pocchetino Música: Ojos de Pie Edición: Cristian Frascino
Reflexiones sobre el documental “El Hereje. Alfredo Moffatt sin plata y sin permiso” CRISTO ES EL VECINO La sombra del Gaucho Vallejo: Del Congreso Criollo a El Hereje
Conocí a Alfredo Moffatt, devenido en “Arquitecto de Almas”, cuando en 1987 organizó - con sede central en el Centro Cultural General San Martín - "El Congreso Criollo", "un congreso para los que nunca tuvieron uno". Participaron en él presos, locos, prostitutas, jueces, psicólogos, psiquiatras, indios, jubilados, ex combatientes de Malvinas y otros, "todos mezclados, trabajando para poder salir adelante y pelear por y para la vida". Luego de analizar exhaustivamente los porqués de tres flagelos - la violencia, la locura y la pobreza - y de extraer conclusiones, quedó formalizada entre las distintas representaciones la Federación de Comunidades Alternativas; y como saldo documental, el mediometraje “El Otro País. Testimonios desde la marginación en Argentina”, filmado durante su transcurso por el Grupo de Cine “Martín Fierro” (que yo integraba), fundado por el cineasta tucumano Gerardo Vallejo (“El Camino hacia la Muerte del Viejo Reales”, “Reflexiones de un Salvaje”, “El Rigor del Destino”, “Martín Fierro. Como el Ave Solitaria”) Despuntaba entonces la frágil democracia que aún estamos consolidando y crecía en el sobreviviente de los violentos 70s que soy la intuición de que se inauguraba un período que habría de reclamar reparaciones mayores que la mera aparición con vida de los 30.000 detenidos-desaparecidos o el juicio y castigo a los responsables… Me refiero a la necesidad – aún pendiente – de re diseñar una Patria para todos. Desgraciadamente, la venalidad de la partidocracia rentista que todavía nos gobierna en connivencia con el capital más concentrado ha permitido que cantidad de hermanas y hermanos caigan del mapa de reparto de las riquezas, y que se instale dramáticamente este escenario que hoy ofrece una mayoría de compatriotas kelpers arrojados a las periferias urbanas y una minoría de ciudadan@s VIP auto secuestrados en el ilusorio confort de los shoppings y los countrys. Me seduce de inmediato la gente con capacidad de registro lúcido de los infrarrojos y ultravioletas del espectro sociocultural. Moffatt integra esa honorable galería de transgresores penados con una indisimulable - e imperdonable - mordaza mediática (que a menudo recurre al dudoso requisito de las credenciales habilitantes para paliar el urgente dolor de los demás) Bastaría con que cristalizara en el Estado nacional aquella concepción reduccionista que circunscribe los derechos humanos a la vida y la libertad y limita la circunstancia de su violación sistemática al pasado reciente, para que brotara en mi la necesidad de volver a consultar a uno de los pocos sabios vivos que nos quedan, a efectos de acercar su mirada esclarecedora a la comunidad. De dicha pulsión nace el documental que se revisa en estas líneas. Texto y subtexto: Moffatt y Pichón Hace tiempo que dentro de mi bibliografía de cabecera figura la ya célebre entrevista que Vicente Zito Lema efectuara a Don Enrique Pichón Rivière poco antes de su muerte. Nunca compré y regalé un libro tantas veces… Aquellas conversaciones sobre las fronteras entre el arte y la locura me rondaron la cabeza durante décadas, hasta que finalmente hallé la oportunidad de aproximarme cinematográficamente a un tema tan fascinante. En el documental en cuestión también se rinde humilde tributo, a partir de la evocación de un discípulo dilecto, al padre de la Sicología Social argentina (y, para muchos, latinoamericana) El segundo bloque del filme está íntegramente dedicado a su memoria, y compuesto por un conjunto de anécdotas desopilantes que describen ricamente su infrecuente intuición profesional, desde la palabra de quien, en oportunidad de su desaparición física dijo a los encargados de la pompa fúnebre: “Ojo, muchachos! Están cargando al Perón de la siquiatría”. Kusch, Evita, y mi vieja: El autor debe involucrarse en la obra Jamás adherí a posturas ideológicas neutrales (en caso de que estas existan) Entiendo que la obra de arte tampoco debe hacerlo. Pero no me refiero aquí al compromiso que cualquier creador asume en consecuencia con el ejercicio de un pensamiento crítico, sino a la necesidad de ponerle el cuerpo a la obra, como a partir de distintas disciplinas hicieran alguna vez desde Enrique Santos Discépolo hasta Héctor Germán Oesterheld (notorio co protagonista de la máxima novela gráfica de la narrativa fantástica nacional, producto de su autoría), o - en el campo que nos compete -, desde Fernando Ezequiel Solanas hasta Albertina Carri (cuyo documental “Los Rubios” acaso constituya una de las indagaciones más agudas y provocadoras realizadas hasta la fecha sobre los complejos mecanismos de la memoria) En reciente tratado de realización documental editado por la Universidad Nacional del Comahue he manifestado que el filme al que nos estamos refiriendo inaugura un corpus cinematográfico bautizado como “La Trilogía de los herejes” (Moffatt, Kusch, y Pasolini, arbitrariamente vinculados por mi identificación personal con muchos de sus originales y valientes aportes a la cultura de nuestro tiempo) En la introducción del mismo, que describe la obscena convivencia entre la Patria del Glamour y la Patria del Dolor, hay una discreta e inevitable referencia al autor de “América Profunda”. Tampoco es casual que nuestro documental se introduzca en la intimidad de su protagonista “sorprendiéndolo” cuando lustra un medallón que lleva grabado el rostro de la Abanderada de los Humildes. Para el autor de esta obra ella constituye el paradigma inequívoco de esa Justicia Social que merecen y procuran quienes la nutren con su testimonio. Quiénes son ellos, además del mentor de la teoría de “los desaparecidos sociales”? Mayúsculos compatriotas como Gustavo Mariani, escritor menesteroso y portador de HIV oriundo de mi ciudad natal y muerto durante el rodaje. Este agudo intelectual - irreversiblemente hundido en un pozo depresivo a partir de un desencanto amoroso - fue hijo del mejor amigo de mi padre, y nunca faltó a la mesa de fin de año de mi madre, verdadera “Corte de los Milagros” instituida por una dueña de casa noble y generosa que - acaso en tributo a esa hija que le arrebató la dictadura - se desvivió por brindar cobijo a numerosos huérfanos queridos. Marisa Wagner es la sensible y provocadora poeta que conocí accidentalmente cuando, ejerciendo como jurado de un concurso literario, me enteré que en 1997 había ganado el Segundo Concurso de Poesía y Cuento Suburbano promovido por la Editorial Baobab, hallándose internada en la Colonia Montes de Oca debido a un brote producto de su bipolaridad. Y Carloncho Barrese es el pizzero más famoso de la ciudad de las diagonales, anfitrión obligado de cuanta ocasión de comer afuera y cerquita se presentara en mi primer hogar. Además, se trata de un ex ladrón devenido a microempresario, que debido a su pasado de niño en situación de calle pasó buena parte de la vida sufriendo los rigores de numerosos institutos de menores y cárceles de nuestro país. Hoy ejerce la solidaridad con quienes tienen la desgracia de correr una suerte semejante ofreciéndoles el primer trabajo en libertad. Como se podrá apreciar, he intentado apuntalar el discurso de Moffatt con tres riquísimas historias de vida que atraviesan plenamente la mía. Definitivamente, está más que claro que cada una de ellas justificaría plenamente un filme autónomo. Por último, imbuido del espíritu que anima la mencionada trilogía en ciernes, he ilustrado los segmentos que exaltan el aporte social de cada testimonio con fragmentos de la cantata El Evangelio según San Mateo, compuesta por Johan Sebastián Bach, en homenaje a Pier Paolo Pasolini, suerte de ángel de la guarda intelectual cuya obra - profundamente comprometida con los desheredados de la tierra - reviso permanentemente. Acaso haya recurrido a esa música sacra en la convicción de que para ver a Cristo en la cruz, hoy no hace falta ir a la iglesia ni alzar la vista al cielo sino apenas con dar una vuelta manzana. Demolición y prevalescencia de lo humano Como ocurrirá indudablemente a otros colegas, ya que en la narrativa hay historia y metáfora, a lo largo de esta realización me he interrogado - ya que la historia que relato trata de rescatar el aporte de un pensador nacional y cientista social ninguneado por la academia - cuál es la metáfora que subyace en ella complementando ese eje principal. Yo la traduciría como un intento de demostrar que, pese a la tarea de demolición sistemática perpetrada por el capitalismo salvaje contra buena parte de la humanidad, los ejemplares de nuestra especie aquí reunidos para dar testimonio, demuestran - en consonancia con Alfredo Moffatt – que, en la mayoría de los casos, los más vulnerables y vulnerados de la estructura social guardan reservas morales de las que carecen sus opresores, y que prevaleciendo bajo los más inmisericordes embates, a veces – como en este estudio de casos – exhiben la infrecuente magnanimidad de retribuir a la sociedad transformando su padecimiento en propuesta edificante, aunque lo único que reciban sea indiferencia o desprecio. Creo que aquí se habla del costado más noble del ser humano, capaz de hacerle frente al Tsunami de la injusticia universal y seguir dignificando la especie. El montaje documental consiste en lograr que la parte nombre al todo A la hora de compaginar un filme – más aún si se trata de un documental y se ha sido exhaustivo en el trabajo de campo – se oirá a muchos realizadores afirmar que “de la cantidad nace la calidad”. Filmamos de más para descartar hasta lo bueno, y dejar sólo lo excelente. Dicha tarea requiere de un distanciamiento emocional que a menudo proporciona la mirada desapasionada de terceros que no hayan establecido durante el rodaje una gran empatía con los entrevistados. Documentar establece, inevitablemente, simpatías, solidaridades, y hasta fraternidades con quien testimonia ante cámaras. A mí me sigue resultando extenuante la tarea de objetivar qué hora u hora y media definitiva, en medio de diez o más horas de material en crudo, consiguen representar inequívocamente al conjunto del tema registrado. Como mencionara en párrafo anterior, la riqueza de las historias reunidas en torno al personaje principal demandó sumo cuidado, en tanto cada una brilla con luz propia. Pero habíamos decidido aludirlas tangencialmente y para validar a Moffatt. Eso supuso contenerlas para que no invadieran nuestro relato troncal. Un ejemplo de selección posterior al rodaje bien podría ilustrarse mediante nuestra visita a la red de ollas populares impulsada por Alfredo en La Matanza, uno de los partidos más extensos y empobrecidos de la Provincia de Buenos Aires. Nuestro equipo no visitó un solo comedor comunitario, pero resolvió ilustrar la experiencia desde la pantalla con el más autónomo y - por ende - emblemático. En muchos documentales recientes la construcción de sentido es la resultante holística de una serie de argumentos ordenadamente enumerados, sin la inclusión de sintagmas (unidades de sentido) autónomos. En el nuestro (puede que haya más) me atrevo a destacar dos bastante claros. Uno concebido desde la pre producción, y otro detectado durante el rodaje. El primero constituido por el prólogo y la secuencia introductoria. Allí se cita algunos decretos extractados de la Constitución de 1949, claramente vertebrada en torno a los derechos sociales pisoteados a posteriori por el neo liberalismo. A continuación, con una anécdota de alto impacto, Alfredo instala el tema excluyente de nuestro documental: Los desaparecidos sociales. Por último, tras el desguace de aquellos principios contenidos en la Carta Magna anteriormente aludida, se pasa revista al más didáctico escenario de la exclusión social vigente. No se trata – al menos no fue la intención original – de un filme militante, pero desde el arranque se deja en claro que hubo aquí un modelo productivo y fue prolijamente desmontado por los grupos económicos adscriptos al nuevo orden mundial. El otro sintagma se construye hacia el epílogo, y lo conforma la emotiva exhortación de un interno del Borda, yuxtapuesta visualmente con la imagen de un par que está pintando sobre un muro - en consonancia con el grito que se acaba de escuchar – el paisaje vegetal que lo rodea. En conclusión, son precisamente los supuestos desquiciados quienes aportan la necesaria dosis de cordura al injusto panorama que describe el filme. Esto último se nos ocurrió in situ, “editando” mentalmente lo que ocurría a nuestro alrededor, durante una fría tarde invernal de rodaje en uno de los nosocomios más conocidos de nuestro país. Siglo XXI: Documentar sin escatimar ningún recurso A 114 años de la primera exhibición cinematográfica Lumière, bien lejos estamos de aquella superstición decimonónica que atribuía al aparato tomavistas en cuestión la capacidad de dejar registro objetivo de la realidad. Más bien, Robert Flaherty inauguró cómodamente la historia del género que nos ocupa impartiendo consignas actorales a Nanook, Bert Haanstra ganó un Óscar editando la faena de los sopladores de vidrio a semejanza de una sesión de jazz, Gerardo Vallejo pidió al viejo Reales que representara ante cámara cómo deseaba morir, Albertina Carri describió el secuestro de sus padres a manos de la dictadura apelando al stop motion con muñequitos Playmóvil… y el israelí Ari Folman acaba de inaugurar la modalidad del dibujo animado documental con su impactante Waltz with Bashir, valiente vuelta de tuerca sobre la masacre de Sabra y Chatila, ocurrida en 1982. No hemos sido una excepción nosotros con “El Hereje”, ilustrando por cada entrevistado una anécdota absolutamente cierta (y que nos pareció demasiado cinematográfica como para ser visualmente omitida) en base a las buenas artes en diseño del artista plástico Sebastián Maissa, combinadas con la destreza del animador Fernando Silva. En los albores del nuevo milenio, el cine documental exhibe un creciente eclecticismo. Los abordajes y métodos realizativos han variado - a menudo revolucionados por la tecnología -, pero la función de documentar prevalece fiel a sí misma a través de los tiempos, multiplicando exponencialmente la misión que Miguel Mirra metaforizara tan bien desde el Movimiento de Documentalistas de Argentina, aludiendo a nuestro oficio como al de “plasmar las manos sobre la pared de la caverna”, para dar cuenta del paso del Hombre por la Historia.-
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