16 sept 2010

Maceo Parker en Buenos Aires. El Funky, el Soul and it's only love.



Si el reggae debe escucharse en un playa, y para el blues es apropiado un bodegón lleno de humo y frituras, Maceo Parker en el recital que dio en el Gran Rex, llevó a su público, extasiado, conquistado de menor a mayor, irresistiblemente de pie, por el universo de la música disco, de las bolas de cristal, de los cadillacs y los neones.
Una puesta ultra despojada, con una banda de músicos en los que la elegancia reside en la forma de tocar, y no en el peinado ni en la figura ni en el estilo a lo Jonás Brothers, hizo que el exigente público argentino delirara y bailara, rendido para el hombre que es capaz de hacer todo con un saxo.
Con una banda compacta, con sesionisas expertos y puestos a deslumbrar sin efectos, el padre del Soul y el Funk, el heredero de James Brown y quién fuera su músico, tuvo tiempo para homenajear a Ray Charles y mencionar que el amor está en el aire.
Rodney Curtis en el bajo, William Hogans en la trompeta y Gregory Boyer en el trombón, descollaron. Jerome Thomas en la batería, Bruno Speight en la guitarra y Carolyn Hall y Corey Parker en los coros, llevaron de la mano el espectáculo en el que el hombre de zapatos dorados y anteojos negros, Maceo Parker, diera una lección de felicidad en el cuerpo de todos los que asistieron.

Roberto Camarra

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